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Hola señores. Les cuento unas cositas de nuestro intento de unir Orán con Iruya por el lecho del río Iruya. Desde ya que es una materia que queda pendiente para el año que viene o porque no, para dentro de un par de meses. Veremos. Integrantes: Como antecedente estaba el viaje a caballo que realizamos con Norita María, mi hija, la primera semana de agosto del 2003 entre Iruya y Orán (río abajo). Los comentarios sobre el mismo sobran aquí, pues están en la pagina de http://viajeros.freeservers.com de nuestro popular amigo Cacho y su inigualable servidor lleno de cosas interesantes.
Este viaje tuvo como segunda intención observar el recorrido tratando de evaluar si era factible realizarlo en nuestras camionetas 4x4. El resultado de nuestra evaluación fue que si, pero siempre supeditado a la cantidad de agua que pudiera traer el río Iruya en el momento elegido. De todos modos planeamos nuestro viaje para la misma época de este año 2004 (primera semana de agosto) y allí fuimos con la intención de unir esos dos lugares pero en sentido contrario, Orán-Iruya. Porque al revés????? Pensamos que si pasábamos bien el rió aguas abajo no íbamos a tener problemas aguas arriba donde el río trae menos caudal de agua. En
el pueblito Isla de Cañas nos largamos al río que en este
sector se encuentra mas extendido, alcanzando en algunos lugares mas de
600 metros de ancho. En
El Tuscal cruzando el Río Iruya – Así llegamos pronto a el Tuscal y a la escuela de Limoncito, donde Ruth, su maestra y Directora ya nos esperaba con nuestras promesas de llevarles varias cosas. La alegría de los chicos fue grande. Allí quedo una parte de los aportes solidarios que llevábamos. Margarita
con su gato en Limoncito –
Charla
tras charla recibimos las primeras noticias de que mas adelante nos resultaría
difícil pasar. No obstante y como buenos cabezas duras decidimos
seguir adelante. Pasamos por el angosto de San Ignacio, Monoyoc con su inconfundible playa sobre el río y seguimos aguas arriba en busca del angosto de Aguas Calientes donde nos detuvo la noche. Gran campamento Gran.
Como
broche del campamento en una mesa aparte de desgranaba un discutido partido
de Chaquete entre Alejandro Bello y Martín Dónovan.
Retomamos
nuestro camino llegando a media mañana a Matancillas donde fuimos
recibidos por la directora y maestra de la escuela. Otra gran descarga
de elementos solidarios, alfajores a granel para todos los chicos y a
seguir viaje. Salió a despedirnos nuestro verborrágico amigo
Dn. Cañizares un poco afectado por las últimas ofrendas
y agradecimientos a la Pachamama. Un NO rotundo salió de su boca
cuando conoció nuestra intenciones. Así sería, pero
nos queríamos convencer y proseguimos con nuestro viaje. Los cruces del río se complicaban a cada paso. Mucha correntada, cauce angosto y profundo. Las piedras sobre la playa del río a cada paso se volvían mas grandes y dificultaban nuestro andar. La Flia. Tarasido cruzando el Río Iruya Mientras meditábamos por donde encarar un nuevo cruce oimos por la radio el “no va mas” de Eduardo con su Jimmy. Un bruto soporte de la caja de transferencia quedó partido por la mitad y sin posibilidad de arreglo en el lugar. Meditamos el arreglo provisorio y empatillando el soporte con un barretín y alambre decidimos dar media vuelta y emprender el regreso a Orán.
Nuestra intención era tratar de llegar a San Antonio, otrora importante pueblo de la zona en donde hasta capilla , Policia y Correo había. En ese lugar el río Iscuya o Volcán con su importante caudal se aparta de nuestro camino dejando al Iruya bastante mas tranquilo y con buenas posibilidades de llegar a nuestro destino. Luego de reparar los vehículos dañados en Orán llegamos a Iruya vía San Salvador de Jujuy y Humahuaca. Allí en manos del Dr. Tomás Torres Aliaga, amigo cordobés radicado hace 29 años en la zona y director del hospital, dejamos el resto de los aportes solidarios que habíamos juntado entre todos. El destino?? La escuela de Higuera, y Tipayoc, otro desolado paraje de nuestro NOA.
A nuestra excursión no le podía faltar una vista al Co. Morado de Colanzulí, como tampoco una subida hasta las ruinas de Titiconte cerca de Iruya. De regreso por Purmamarca subimos a la Puna por la cuesta de Lipan y salinas de por medio llegamos San Antonio de Los Cobres donde se imponía una incursión hasta el viaducto la Polvorilla. Allí fuimos tras saborear buenas empanadas y sabrosa cazuela de cabrito. Había que apurarse pues ese día llegaba el Tren de las Nubes y no era cuestión de hacerle competencia. Allí fuimos. Tren en el Viaducto la Polvorilla
El viaje... espectacular. La convivencia... magnífica. La solidaridad del grupo... nunca vista. Los mecánicos... fantásticos. En resumen, un buen viaje en compañía de gente inigualable. Nico
Bello
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